domingo, 11 de abril de 2010

Destellos de mi mañana surgidos de vos hacia el sol, en reversa, mi piel acariciándote los dedos, salir al mundo después, recibir el golpe. Quisiera escribir como siento, no recortar ninguna letra, arrojarlas, dejarlas caer confundidas en el cielo. Mi padre me mira los huesos, sus ojos brillan, desaparecen los velos. Afuera existe el orden, el control, también el miedo. Cuando yo lo miro nunca es sencillo verlo, él es tantos y a la vez sólo eso, algunas palabras para expresar todo, líneas, fulgores. El resto, la incomodidad de serme acomodada en un banco de acero, sobrando siempre un poco, aceptando, sonriendo. Las calles tergiversadas me dictan el rumbo, recurrentemente al sur, resbalosas, fieles a sus credos. Y vos otra vez, inédito en mi soledad, imagen de mis imágenes, motor de mis adentros. Destello de mi mañana surgido de tu mano hacia el sol, las sábanas en el estómago sonando, regalos excesos raices cuentos.

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