jueves, 18 de marzo de 2010

Y al fin llegamos a este lugar rojo que nos mira inmenso de olores.

Cargamos en los hombros la certeza de estar cansadas y divertidas, secretamente en desacuerdo con casi todo.
Existir nos fue diferente a lo que anticipaban los manuales. El mundo, una melodía fuera de tono, descascarada y estéril, con breves períodos de lucidez que por lo general inventamos.

Nuestros invencibles amados caducaron, la responsabilidad incrustada en las neuronas nos lleva de las narices por las avenidas.

Vivir es siempre a las 4 de la mañana y volver es, repetidamente, un imposible lejano, la utopía que se corre unos pasos mientras la perseguimos ciegas, inundadas.
La Paz, sabemos, no existe. Todo es cuesta arriba y lo enfrentamos, cargadas de miedo y luz. Nuestros pulmones amenazan con abandonarnos, el cabello roza al piso, la columna vertebral se quiebra, la cabeza late, se extravían muchas variables y razones.

La belleza universal nos dejó atrás, como a ellos, quien sabe, hace varios siglos. No dejamos de asombrarnos por lo indefinido del tiempo, El Alto y su bajeza nos paralizan los sentidos, las luces nos devuelven imágenes milenarias, desamparadas.

Las voces que escuchamos son caminos que alguna vez recorrimos y olvidamos. Las parodiamos, nos revolcamos en ellas: luego nos sentamos a descansarlas un rato.

Intentando capturar todo creemos que es imposible. Perseveramos. Así nos dijeron que era y al fin y al cabo la historia habla, en este suelo que trastabillamos, de la perpetuidad y la trascendencia (con fortuna, alguna vez) sobre el avance de valores ajenos en un pedazo de tierra adorada y el aire empalagoso de las montañas.

En este lugar las paredes gritan.

Leemos y leemos y cada tanto hablamos. No entendemos, cuesta admitirlo, prácticamente nada.

Nos mezclaron con ingredientes que no conocemos, humanos, venenosos y extranjeros. Estamos hechas de letras que nos dicen pero que no pronunciamos, nos animamos a beber en bolsita y nos sentimos libres, por una vez, caóticas, apartadas de las categorías o el tiempo.

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