viernes, 22 de mayo de 2009

Así hablo de Zaratustra:

Hace rato en un ex monasterio se encontraron una Gorda y un Negro.
La salud mental los encontró, pero ellos la perdieron de vista.
Cuando volvieron a buscarla, ya no estaba ahí.
Por esto, tuvieron que prescindir de ella indeterminadamente.
El amaba el desasosiego, el olor a suavizante en la ropa, los Cds ordenados, las fotos enmarcadas, el pelo brillante, probablemente a Los Ramones.
Y ella amaba a algún que otro libro de turno, a su gata, al café y a otros.
Ella siempre estuvo enamorada de otros.
Lo cierto es que la Gorda usaba Pantene aunque le saliera un ojo de la cara.
El pelo no le quedaba igual de largo con otros shampoos.
Y el se dio cuenta.
Su pelo olía a suave y entonces ella se le volvió irresistible.
Creía, también, (esas putas certezas sobre los otros) que el ya la conocía totalmente.
De pe a pa.
Y que soñaba con su pelo.
Siempre supo que quería saborear su pelo
(es que cuando uno desea tanto algo se confunden las cosas, y es querer beberse el perfume o fumarse el dulce de leche).
Pero el Negro ya tenía una negra que lo acompañaba en sus viajes.
Y obviamente, como buenos insanos, no dejaron de desencontrarse desde entonces.
Salvo una vez que se encontraron tan cerca que a ella se le hincharon las venas de sangre y a él su narizota negra.
Después, se pensaron infinitamente.
Se pensaron riendo, llorando, cojiendo, viajando.
Pero como siempre, la vida, la desesperanza, las enfermedades.
El hartazgo, las ganas de desaparecer.
Ella veía todo tan negro como él, y a veces deseaba con todo su corazón picanearlo en los pezones.
El siempre había sido el responsable.
No era capaz de blanquear una puta cosa, de hacer menos oscura la oscuridad.

Innatamente incapaz. Interiormente incapaz.
Aunque él, también.
Ya no soportaba que la Gorda fuera tan gorda, que su cuerpo le ocupara todo el espacio del mundo.
Y la culpa, que se asomaba en cada resquicio.
Y el asqueroso miedo.
Al final todo estuvo de más.
Al fin de cuentas, es muy improbable no estar de más en todos lados.
Así que ahora el Negro ha muerto.
O eso dice la Gorda.
Nunca se sabe.
Pero el último puñal que le clavó fue el más letal de todos.
Quizás quede en Coma 4, como un vegetal negro.
Y nunca pueda despertar.
Aunque la Gorda dice también que lo guarda en su cabeza y un poco (solo un poco) en su corazón.
Cada tanto se le aparece, dice también, mientras ella está ocupada viviendo.

3 comentarios:

Gregoria Samsa dijo...

Lindo relato. Lindo blog.
Amenazo con volver!

Saludos!

Lucas dijo...

Yo que el negro me hubiera hecho "la gran Michael Jackson"(no de tocar pibes, sino cambiar de color así lo que pensara la gorda sea claro, y no oscuro) ..y a la gorda, si acepta una mano, ayudarla a adelgazar así entran dos en el mismo mundo.

Bizarra respuesta ..pero en realidad se lo puede relacionar al negro con un enfermo de cataratas, porque era todo tan poco nítido, y claro lo que daba a conocer, o con un ciego, y no hablo de precisamente los no videntes ..capaz quería cegarse en su propia oscuridad y llenar a la gorda de esta para demostrarle cuánto podía significar él, al punto de dejarla ciega también o.O y como le mostraba un mundo donde no había un horizonte por lo negro, él dominaba su mundo, no el de la gorda donde ella no lo dejaba entrar y no se daba cuenta que representaba libertad y desconfianza hacia él. Pero la gorda tenía linterna (?)

Bue,deliré FEEEEEO :P
fue medio flashero me parece u.u

Cuidate nena :)
(aunque no escriba, paso ..y no escribí en el anterior posteo porque no me hacía cargo de la posible bestialidad que hubiera dicho xD)

Beso :)

... dijo...

Lucas ya se quien sos!
lo descubri por cierta idiosincracia tuya

jaja
la gorda te agradece por pasar, mientras se fuma el dulce de leche

Beso!